Capítulo: La maldición de un gran mago.
Autor: Sabrina Knight
Fandom: Card Captor Sakura/Original
Reseña: La anticipación de una vida y una herencia que nadie pidió.
§ Capítulo 3: La maldición de un gran mago. §
Ese día Shaoran despertó de un brinco. Se limpió el sudor y apretó la mano contra su pecho tratando de controlar su respiración. Tosió y tuvo que respirar fuertemente para no vomitar.
Apenas pudo controlarse se levantó de la cama y fue directo a su escritorio donde sacó una libreta y una pluma. Abrió la libreta y enseguida se puso a escribir:
"El día de hoy he tenido más sueños con los mismos monstruos. El primero, esa gran bestia parecida al Oso gigante, de dientes afilados y mirada escurrida. El rojo de sus encías del que poco a poco van cayendo sus filosos dientes.
De pronto es como si el oso se separara y creara otro monstruo mucho más grande con branquias y que expulsa un huracán de su boca. Ese osos crece y crece, jamás para de crecer.
Pero el oso anterior, en lugar de morir cambia. Le crecen alas en la espalda y su furia es más aterradora que cuando estaba solo.
El último monstruo sigue siendo ese dragón negro. Expulsador de fuego y con grandes cuernos que crecen y caen directo en su corazón, pero que a pesar de las estocadas, sigue sin morir.
Pero hoy apareció un nuevo monstruo en mis sueños. Era como una especie de leopardo gigante, un ser enorme que combatía a la misma distancia, a la misma altura del dragón.
Los dos se pusieron a pelear de una forma desgarradora. Aparecieron los osos deformados y entraron a la contienda, pero por más que intentaban, el gran leopardo lograba aniquilarlos con facilidad. Entonces fue que el dragón atrapó uno de los cuernos que iban directo a su corazón y lo atravesó al leopardo dejándolo morir.
El leopardo caí tan estrepitosamente que al momento de morir, inundaba todo de sangre.
En ese momento acabó mi sueño."
Terminó de escribir y puso la pluma a un lado. Ya estaba tranquilo, a pesar de todo.
Hojeó la libreta, estaba a punto de terminarla. La mayoría de los escritos eran sueños que había empezado a tener casi un año atrás, uno más aterrador que el anterior. Al principio imaginó que muchos de esos sueños se debían a sus propios miedos con los que vivía día a día; pues estos habían comenzado el día en que su madre lo nombró Jefe de la Familia Li.
Para él era obvio que tenía consecuencias y responsabilidades con las cuales cargar. Las familias en China tenían muy claro que las dinastías debían seguir creciendo y, por supuesto, el nivel de magia mucho más.
Sin embargo para los Li no era tan fácil.
Shaoran era el menor de los 5 hijos herederos de la familia Li, sin embargo sobre ellos recaía una maldición que llevaba más de cien años y decía que ninguna mujer de la familia podría tener magia, por ende ninguna de sus hermanas había heredado ningún poder de sus padres. La tradición de los Li marcaba que sólo el varón podría ser cabeza de la familia, y en caso que faltara el cabeza de familia, su cónyuge podría tomar este puesto hasta que el siguiente varón cumpliera los 17 años.
Esto último era algo extraño entre las familias chinas, sin embargo era necesario marcar la sucesión del cónyuge ya que sobre los Li recaía otra maldición peor que la primera: "Todos aquellos varones que nazcan en la familia Li, descendientes directos del Mago Clow, no podrán sobrevivir más allá de los 25 años, y su descendencia estará maldita hasta el fin de sus días."
Por supuesto que Shaoran sabía de la maldición y desde niño se había preparado para entender que su vida estaría marcada hasta los 25 años, tal y como estuvo marcada la vida de su padre, su abuelo y todos los que vivieron atrás. Su madre le decía que era la maldición por ser hijos de un gran mago.
El joven intentó volver a dormir, aunque sabía que no podía y que más bien ya no quería soñar con ninguna leyenda, con ningún monstruo, con ninguna maldición. Cerró los ojos y a su mente vinieron unos hermosos ojos verdes. Esos ojos que jamás se habían alejado de él.
Sonrió tras recordar la mirada, la sonrisa, el jubilo de su alegría. Muchas veces se reía de sí mismo al verse en esa situación, suspirando y añorando a aquella niña a la cual prometió amar siempre, pero que a pesar de todo ese "siempre" no duró tanto como él mismo hubiera deseado.
Sabía dónde tenía ocultas todas las cartas devueltas por el remitente, sabía lo que decía cada carta y recordaba que escribió todo tipo de suplicas para que ella continuara dentro de su vida. Pero todas las cartas regresaban cerradas. Ninguna había sido leída. Sólo una llegó a sus manos, sólo una estuvo llena de esperanzas y de suspiros. Sólo una carta de esas ocultas estaba abierta, y la había abierto él mismo.
Aun podía recordar cómo había llegado esa carta. Sentía todas las emociones y toda la alegría con que la había recibido. La desesperación de abrirla y saber qué decía al fin su amada. Un segundo le tomó abrir el sobre y un minuto, al leerla, le tomó para romper su corazón.
Abrió los ojos, esa parte de la historia le causaba aun un nudo en el corazón. Esas esperanzas puestas y cruelmente arrebatadas le habían costado un gran dolor que prefirió olvidar con el silencio y ponerse de lleno en las responsabilidades de la familia Li.
El sonido de su celular le interrumpió los pensamientos. Tomó el aparato y leyó que en su agenda mencionaba el cumpleaños de Shu Lai. Lo había olvidado por completo a pesar de que su madre se lo estuvo recordando todo el mes. Para Shaoran, Shu Lai no era del todo importante, pero para la familia Li, Shu Lai era crucial en sus vidas.
Shu Lai era ni más ni menos que la heredera de la gran familia Lai. Una familia dirigida por mujeres que había estado involucrada siempre en las decisiones importantes de las grandes familias de China. Todas eran grandes hechiceras y muy sabias. Ellas debían tener hijas que llevaran también las riendas de la familia y la tradición. Para ellas los hombres eran más un instrumento que una necesidad.
Por supuesto que para la familia Lai era importante que su descendencia fuera fuerte y próspera, por lo mismo sabían que una alianza con los Li era un suicidio seguro a su estirpe de mujeres hechiceras por la maldición de los Li. Sin embargo algo había sucedido con Shu. Era sin lugar a dudas, la más fuerte de todos sus antepasados; además de ser hechicera era oráculo y conocía bien cual era su propio destino, nadie podía engañarla, y ella misma sabía que su destino, hasta ese momento estaba a lado de Shaoran Li. Ningún integrante de su familia podía explicarse porqué buscaba la unión con los Li, ella misma no lo explicaba, sólo les recordaba que ella sabía su destino y que estando con Shaoran lograría llegar a él.
Shaoran la había aceptado sin ninguna queja. Conocía a Shu desde pequeña y ella misma le había dicho que ellos dos tendrían el destino unido, él creyó mucho tiempo que ella estaba equivocada, además, después de conocer a Sakura imaginó que no habría más destino que ella, pero al recibir esa carta reconoció su error, se dio cuenta que tenía que aceptar lo que su destino marcaba, y si eso era estar con Shu Lai, lo tomaría.
Ese día, el cumpleaños de Shu Lai, sería crucial en sus vidas, no sólo porque ella cumpliría entonces 18 años, sino porque ese día su compromiso se haría formal. Todo mundo voltearía a verlos como los próximos a casarse en invierno, la gente los conocería pronto como los esposos Li y entonces él tendría que continuar con su destino y formar pronto una familia con ella para seguir con las leyendas y las tradiciones que los rodeaban.
Era curioso, pero a final de cuentas su maldición no sería morir joven o que ninguna de sus hijas podría heredar la magia, su maldición final sería estar condenado a vivir y morir sin estar con la persona que realmente amaba... Y encontrarse con esa realidad era peor que todas las pesadillas que siempre lo atormentaban.